jueves, 4 de septiembre de 2008

me regalaron un prólogo

una profesora que tuve hace algunos años, llamada Margarita Pierini escribió un prologo para "el juguete rabioso" (novela de Roberto Arlt) que estaba a punto de ser publicado por una editorial mexicana cuando me regaló un anticipo del prólogo.
dado que me permitió difundirlo, citando la fuente; y dado que ya lo hice; los dejo leer el prólogo sin extenderme con prólogos. (¿se imaginan un libro compuesto unicamente por prólogos? ¿tienen idea si algo así ya existe? no sería para nada raro)

EL JUGUETE RABIOSO: LA NOVELA DE UN JOVEN POBRE

La primera novela de Arlt se publica en 1926, el mismo año en que aparece Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes. Arlt había anticipado ya algunos capítulos en la revista Proa, una de las publicaciones de la vanguardia, dirigida por el mismo Güiraldes, junto con Borges y otros escritores. Problemas financieros impiden que la editorial Proa publique la novela, que será rechazada por varios editores. Finalmente, al ganar el primer premio en el concurso literario organizado por la Editorial Latina, logra ser publicada en noviembre de 1926. El nombre original (La vida puerca) es reemplazado por El juguete rabioso, tomado de uno de los capítulos de la novela.
A través de una primera persona narrativa, la novela relata los “años de formación” de Silvio Astier, un adolescente lleno de proyectos y ambiciones que chocan una y otra vez con la prosaica realidad cotidiana. Sus sueños de convertirse en bandido de folletín, en genial inventor de máquinas de guerra, en navegante aventurero, en el amante codiciado por las más bellas mujeres, se frustran al enfrentarse con su vida de joven pobre, aprisionado en un mundo que nada tiene que ver con el que imagina a partir de sus lecturas.
La obra podría enmarcarse dentro del género de las llamadas “novelas de aprendizaje”, en las cuales se narra la formación de un joven en su camino a la madurez, y su progresiva inserción en el mundo. Al mismo género pertenece Don Segundo Sombra, la historia de un chico de pueblo que se va formando en las destrezas que demanda la vida del gaucho, así como en los valores que éste encarna. Pero en el caso de Silvio, ese camino lo confronta con sucesivos desengaños, y en lugar de culminar en una integración, concluye en el alejamiento de una sociedad materialista y destructiva.
Cada uno de los cuatro capítulos en que se divide la novela puede leerse como una unidad cerrada. Pero al mismo tiempo puede percibirse una estrecha vinculación que va más allá del tenue hilo cronológico, y que radica en el esquema en que se basa su estructura: cada capítulo presenta un mismo movimiento
( proyecto ambicioso/fracaso) que se reitera sucesivamente, bajo diversas modalidades. Ya sea la ambición de convertirse en bandolero, frustrada por la policía del barrio; ya la venganza sobre los dueños de la librería, desvanecida por una circunstancia fortuita; ya la expectativa de destacarse en la escuela militar, anulada por la expulsión inmediata, porque “allí no hace falta gente inteligente, sino brutos para el trabajo”. Como sarcástica paradoja, el único proyecto que Astier puede concretar es el que lo degrada ante sus propios ojos: la delación de su amigo el Rengo, a quien entrega a la justicia, en un capítulo de título transparente(“Judas Iscariote”).

Novela urbana por excelencia, su protagonista deambula en soledad por las calles de una ciudad hostil, poblada por seres igualmente solitarios y miserables: la miseria de la decrepitud y la pobreza, en el caso del viejo empleado de la librería (cap. 2, “Los trabajos y los días”); la miseria sexual, en el caso del travesti vergonzante de la pensión (cap. 3, “El juguete rabioso”). Entre estos seres no hay lugar para la solidaridad, para la mutua compasión o para la reivindicación colectiva. En este mundo triunfan los fuertes, de acuerdo con los principios de un darwinismo social enunciado por Lucio, el amigo de adolescencia devenido en dandy: “La struggle for life, che... unos se regeneran, otros caen...¡así es la vida!”.
El universo de los libro es un espacio especialmente significativo en la novela: por un lado, implica la posibilidad de evadirse de la dura realidad cotidiana a través de la ficción; por otro, representa la posibilidad de instruirse (a través de las lecturas técnicas) para así lograr un trabajo a la vez que un reconocimiento a su genio de inventor. Pero en algún episodio (en otra de las inversiones que realiza la novela), se despoja al libro de su sentido de portador de cultura, para evaluarlo exclusivamente por su valor de mercancía. El robo a la biblioteca, como ha señalado Piglia, representa el asalto simbólico de una clase marginada a un mundo cultural que se le presenta ajeno e impenetrable. (Por cierto, la escuela donde entran a robar Silvio y su banda es la misma que muchos años más tarde Cortázar evocará en un cuento, “La escuela de noche”, donde dos estudiantes irrumpen en una excursión nocturna de consecuencias insospechadas).

Por El juguete rabioso circulan diferentes niveles de lenguaje, que reflejan las lecturas del narrador y sus cambiantes estados de ánimo. Así, aparecen términos procedentes de los folletines españoles que devora en sus primeros años ( “era cama de archipobre, un desecho de judería, la yacija más taimada que he conocido”); otras veces, en sus monólogos líricos, al evocar a la novia perdida o al emocionarse frente a una mañana luminosa, el lenguaje se inviste de la imaginería modernista (“el espacio, terso como una porcelana celeste en el confín azul”). Pero en el relato de sus fracasos, en los diálogos con los personajes con los que confronta sus ideas y sus sentimientos, el narrador asume un estilo seco y despojado, que refleja cabalmente lo prosaico de la vida cotidiana, a la vez que reproduce fielmente el habla de los sectores populares.

A pesar de los casi ochenta años que nos separan de la publicación de El juguete rabioso, la novela se presenta como una obra muy cercana al lector de hoy.. Más allá de los planteos en que Silvio Astier evoca a los héroes de Dostoievski (en su búsqueda del mal absoluto, para llegar hasta las profundidades del alma humana) lo que nos lo acerca es su deambular por un mundo donde no encuentra respuestas. Los grandes paradigmas que daban sentido a la existencia (el amor, la amistad, la fe, la ciencia, la creencia en el Progreso) se revelan como abstracciones vacías, que nada pueden aportar para el deseo de felicidad del hombre contemporáneo.
El final de la novela puede ser leído como la culminación de este sentimiento de frustración existencial. Después de tocar fondo en su degradación, al traicionar al amigo, Silvio se propone iniciar una nueva vida, lejos de la ciudad alienante y destructora. Para ello sueña con trasladarse a la Patagonia, lugar de libertad, de espacios abiertos, “allá donde hay hielos y nubes... y grandes montañas... quisiera ver la montaña...” Pero su protector trueca su sueño por un puesto de trabajo en Comodoro Rivadavia, una ciudad marítima, desolada y ventosa, enclavada entre pozos de petróleo.
Ya no hay lugar para la evasión, para la aventura ni para el heroísmo en este mundo de la modernidad, es la conclusión amarga que se desprende de esta novela de iniciación. En sus obras posteriores (Los siete locos, Los lanzallamas) Arlt continuará buscando la salida de ese universo asfixiante a través de otros caminos.

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