jueves, 19 de marzo de 2009

un artículo que no llegó a destino

hace varios años escribí este articulito para un fanzine que mi primo pablo intentaba promocionar en los circuitos alternativos. el fanzine no tuvo mas que unos pocos numeros y mi artículo nunca fue publicado.

SEIS CASOS PARA DON ISIDRO PARODI
hola estimado lector, hoy me dirijo a vos para inaugurar mi espacio en el numero 1 de esta aventura pseudoperiodistica. (¿Vendrán muchos más? Uno nunca sabe).

En esta ocasión mi comentario crítico se refiere a una broma literaria que nadie debería dejar de leer. Estoy hablando de un pequeño librito que escribieron en 1942 Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, bajo el seudónimo Honorio Bustos Domecq. La obra se titula “seis problemas para don Isidro Parodi”. Justamente, se trata de un personaje caído en desgracia por culpa de un policía resentido, quien lo hizo meter en prisión por un delito no cometido. De todos modos eso es lo que menos importa a efectos del argumento de la obra. Lo interesante es que Parodi resuelve casos policiales desde la cárcel, solo escuchando los testimonios de aquellos involucrados que llegan hasta su celda con intenciones diversas, algunos preocupados por no resultar inculpados, otros por chismosos, etc. A lo largo de los seis problemas (casos) asistimos a un curioso desfile de los mas extravagantes prototipos de la fauna porteña de antaño. Encontramos al periodista sensacionalista, al artista vanidoso que hace alarde de su fama y galantería, encontramos al vago ratonazo de conventillo y a varios especímenes que te dejo el placer de descubrir por cuenta propia. Ninguno de los seis episodios pretende ser enteramente verosímil o realista, característica esperable y casi fundamental para todo cuento policial que pretenda ser reconocido como tal. Mas bien la mordacidad ilimitada de nuestros dos autores confieren al texto un aire burlón e irreverente hacia toda la tradición del genero. De paso, en los años que fue concebida, la obra sirvió para que refutaran magistralmente la acusación de sus detractores respecto a la supuesta poca argentinidad de sus estilos, tal vez de sus sentimientos (recordar que Borges paso su adolescencia en Europa, etc). El lenguaje de Parodi es tan coloquial como irresistible a los ojos del lector que sabe apreciar la conjunción de sencillez y elegancia, porque ¿quién dijo que la elegancia proviene de lo inaccesible, de lo lejano y dificultoso? Parodi es un campechano, un hombre de pocas palabras (comparado con sus interlocutores) un presidiario expiando culpas ajenas, que lejos de relamerse en la autocompasión, hace de sus brillantes dotes detectivescas una herramienta para ayudar a los desgraciados y deleitar a los lectores que siempre se quedan con ganas de mas casos. Parodi es una versión graciosa de Sherlock Holmes y una muestra de la genialidad de la dupla autoral que le infundió vida.

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